Salmo para hoy Viernes

Salmo para hoy Viernes
Salmo para hoy Viernes

 

¿Quién, Señor , puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte?

Solo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad;

que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino;

que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor ; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado;

que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobornos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

Salmo 15

 

Salmo de Ayer

 

¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu ira contra las ovejas de tu prado?

Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos, de la tribu que redimiste para que fuera tu posesión. Acuérdate de este monte Sión, que es donde tú habitas.

Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas; ¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo!

Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas y plantan sus banderas en señal de victoria.

Parecen leñadores en el bosque, talando árboles con sus hachas.

Con sus hachas y martillos destrozaron todos los adornos de madera.

Prendieron fuego a tu santuario; profanaron el lugar donde habitas.

En su corazón dijeron: «¡Los haremos polvo!», y quemaron en el país todos tus santuarios.

Ya no vemos ondear nuestras banderas; ya no hay ningún profeta, y ni siquiera sabemos hasta cuándo durará todo esto.

¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo?

¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha? ¿Por qué te quedas cruzado de brazos?

Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos; tú traes salvación sobre la tierra.

Tú dividiste el mar con tu poder; les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.

Tú aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste por comida a las jaurías del desierto.

Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes.

Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol;

trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno.

Recuerda, Señor , que tu enemigo se burla, y que un pueblo insensato ofende tu nombre.

No entregues a las fieras la vida de tu tórtola; no te olvides, ni ahora ni nunca, de la vida de tus pobres.

Toma en cuenta tu pacto, pues en todos los rincones del país abunda la violencia.

Que no vuelva humillado el oprimido; que alaben tu nombre el pobre y el necesitado.

Levántate, oh Dios, y defiende tu causa; recuerda que a todas horas te ofenden los necios.

No pases por alto el griterío de tus adversarios, el creciente tumulto de tus enemigos.

Salmo 74

Salmo de Anteayer

 

Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.

Un día transmite al otro la noticia, una noche a la otra comparte su saber.

Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible,

por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol.

Y este, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino.

Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor.

La ley del Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de confianza: da sabiduría al sencillo.

Los preceptos del Señor son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos.

El temor del Señor es puro: permanece para siempre. Las sentencias del Señor son verdaderas: todas ellas son justas.

Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal.

Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa.

¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!

Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados.

Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor , roca mía y redentor mío.

Salmo 19

 

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