Salmo para hoy Miércoles

Salmo para hoy Miércoles

 

¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores!

De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.

Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿qué mal he cometido?

Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime,

entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos. Selah

¡Levántate, Señor , en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia!

Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina sobre ellos desde lo alto.

¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor , conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia.

Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo.

Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto.

Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo.

Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco;

ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas.

Miren al preñado de maldad: concibió iniquidad y parirá mentira.

Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá.

Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza.

¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!

Salmo 7

 

Salmo de Ayer

 

Yo amo al Señor porque él escucha mi voz suplicante.

Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida.

Los lazos de la muerte me enredaron; me sorprendió la angustia del sepulcro, y caí en la ansiedad y la aflicción.

Entonces clamé al Señor : «¡Te ruego, Señor , que me salves la vida!»

El Señor es compasivo y justo; nuestro Dios es todo ternura.

El Señor protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvó.

¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el Señor ha sido bueno contigo!

Tú, Señor , me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar.

Por eso andaré siempre delante del Señor en esta tierra de los vivientes.

Aunque digo: «Me encuentro muy afligido», sigo creyendo en Dios.

En mi desesperación he exclamado: «Todos son unos mentirosos».

¿Cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado?

¡Tan solo brindando con la copa de salvación e invocando el nombre del Señor !

¡Tan solo cumpliendo mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo!

Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles.

Yo, Señor , soy tu siervo; soy siervo tuyo, tu hijo fiel; ¡tú has roto mis cadenas!

Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor , tu nombre.

Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo,

en los atrios de la casa del Señor , en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor !

Salmo 116

Salmo de Anteayer

 

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento.

Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.

Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!

En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste;

a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.

Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia.

Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza:

«Este confía en el Señor , ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»

Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre.

Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú.

No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.

Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan.

Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa.

Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas.

Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!

Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies.

Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme.

Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.

Pero tú, Señor , no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.

Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros.

Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros.

Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.

¡Alaben al Señor los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel!

Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.

Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas.

Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!

Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones,

porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones.

Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida.

La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras.

A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.

Salmo 22