Salmo del Día. Aquí te ofrecemos un Salmo bíblico diario, para inspirar y mejorar tu día a día. Este es el Salmo de hoy que te ayudará…
Salmo para hoy Miércoles
Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello.
Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas, y me arrastra la corriente.
Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios.
Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado?
Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis transgresiones.
Señor Soberano, Todopoderoso, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan.
Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia.
Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre.
El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores.
Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus ofensas;
cuando me visto de luto, soy objeto de burlas.
Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias.
Pero yo, Señor , te imploro en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme; por tu fidelidad, sálvame.
Sácame del fango; no permitas que me hunda. Líbrame de los que me odian, y de las aguas profundas.
No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo, ni que el foso cierre sus fauces sobre mí.
Respóndeme, Señor , por tu bondad y tu amor; por tu gran compasión, vuélvete a mí.
No escondas tu rostro de este siervo tuyo; respóndeme pronto, que estoy angustiado.
Ven a mi lado, y rescátame; redímeme, por causa de mis enemigos.
Tú bien sabes cómo me insultan, me avergüenzan y denigran; sabes quiénes son mis adversarios.
Los insultos me han destrozado el corazón; para mí ya no hay remedio. Busqué compasión, y no la hubo; busqué consuelo, y no lo hallé.
En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre.
Que se conviertan en trampa sus banquetes, y su prosperidad en lazo.
Que se les nublen los ojos, para que no vean; y que sus fuerzas flaqueen para siempre.
Descarga tu furia sobre ellos; que tu ardiente ira los alcance.
Quédense desiertos sus campamentos, y deshabitadas sus tiendas de campaña.
Pues al que has afligido lo persiguen, y se burlan del dolor del que has herido.
Añade a sus pecados más pecados; no los hagas partícipes de tu salvación.
Que sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos con los justos.
Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, oh Dios, tu salvación.
Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré.
Esa ofrenda agradará más al Señor que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas.
Los pobres verán esto y se alegrarán; ¡reanímense ustedes, los que buscan a Dios!
Porque el Señor oye a los necesitados, y no desdeña a su pueblo cautivo.
Que lo alaben los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos,
porque Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá. Allí se establecerá el pueblo y tomará posesión de la tierra.
La heredarán los hijos de sus siervos; la habitarán los que aman al Señor.
Salmo 69
Salmo de Ayer
Ten compasión de mí, oh Dios, pues hay gente que me persigue. Todo el día me atacan mis opresores,
todo el día me persiguen mis adversarios; son muchos los arrogantes que me atacan.
Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
Todo el día tuercen mis palabras; siempre están pensando hacerme mal.
Conspiran, se mantienen al acecho; ansiosos por quitarme la vida, vigilan todo lo que hago.
¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos! ¡De ningún modo los dejes escapar!
Toma en cuenta mis lamentos; registra mi llanto en tu libro. ¿Acaso no lo tienes anotado?
Cuando yo te pida ayuda, huirán mis enemigos. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!
Confío en Dios y alabo su palabra; confío en el Señor y alabo su palabra;
confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
He hecho votos delante de ti, oh Dios, y te presentaré mis ofrendas de gratitud.
Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos, me has librado de la muerte, para que siempre, en tu presencia, camine en la luz de la vida.
Salmo 56
Salmo de Anteayer
¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!
Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras.
Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Donde se da esta armonía, el Señor concede bendición y vida eterna.
Salmo 133