Salmo para hoy Lunes

Salmo para hoy Lunes

 

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento.

Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.

Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!

En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste;

a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.

Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia.

Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza:

«Este confía en el Señor , ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»

Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre.

Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú.

No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.

Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan.

Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa.

Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas.

Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!

Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies.

Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme.

Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.

Pero tú, Señor , no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.

Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros.

Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros.

Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.

¡Alaben al Señor los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel!

Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.

Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas.

Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!

Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones,

porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones.

Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida.

La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras.

A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.

Salmo 22

 

Salmo de Ayer

 

La gloria, Señor , no es para nosotros; no es para nosotros, sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad.

¿Por qué tienen que decirnos las naciones: «¿Dónde está su Dios?»?

Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca.

Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas.

Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver;

tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler;

tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta!

Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos.

Pueblo de Israel, confía en el Señor ; él es tu ayuda y tu escudo.

Descendientes de Aarón, confíen en el Señor ; él es su ayuda y su escudo.

Los que temen al Señor , confíen en él; él es su ayuda y su escudo.

El Señor nos recuerda y nos bendice: bendice al pueblo de Israel, bendice a los descendientes de Aarón,

bendice a los que temen al Señor , bendice a grandes y pequeños.

Que el Señor multiplique la descendencia de ustedes y de sus hijos.

Que reciban bendiciones del Señor , creador del cielo y de la tierra.

Los cielos le pertenecen al Señor , pero a la humanidad le ha dado la tierra.

Los muertos no alaban al Señor , ninguno de los que bajan al silencio.

Somos nosotros los que alabamos al Señor desde ahora y para siempre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor !

Salmo 115

Salmo de Anteayer

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión, que jamás será conmovido, que permanecerá para siempre.

Como rodean las colinas a Jerusalén, así rodea el Señor a su pueblo, desde ahora y para siempre.

No prevalecerá el cetro de los impíos sobre la heredad asignada a los justos, para que nunca los justos extiendan sus manos hacia la maldad.

Haz bien, Señor , a los que son buenos, a los de recto corazón.

Pero a los que van por caminos torcidos deséchalos, Señor , junto con los malhechores. ¡Que haya paz en Israel!

Salmo 125