Salmo para hoy Lunes

Salmo para hoy Lunes
Salmo para hoy Lunes

Salmo de Hoy Lunes

A Dios elevo mi voz suplicante; a Dios elevo mi voz para que me escuche.

Cuando estoy angustiado, recurro al Señor; sin cesar elevo mis manos por las noches, pero me niego a recibir consuelo.

Me acuerdo de Dios, y me lamento; medito en él, y desfallezco. Selah

No me dejas conciliar el sueño; tan turbado estoy que ni hablar puedo.

Me pongo a pensar en los tiempos de antaño; de los años ya idos me acuerdo.

Mi corazón reflexiona por las noches; mi espíritu medita e inquiere:

«¿Nos rechazará el Señor para siempre? ¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad?

¿Se habrá agotado su gran amor eterno, y sus promesas por todas las generaciones?

¿Se habrá olvidado Dios de sus bondades, y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?» Selah

Y me pongo a pensar: «Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo».

Prefiero recordar las hazañas del Señor , traer a la memoria sus milagros de antaño.

Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas.

Santos, oh Dios, son tus caminos; ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios?

Tú eres el Dios que realiza maravillas; el que despliega su poder entre los pueblos.

Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo, a los descendientes de Jacob y de José. Selah

Las aguas te vieron, oh Dios, las aguas te vieron y se agitaron; el propio abismo se estremeció con violencia.

Derramaron su lluvia las nubes; retumbaron con estruendo los cielos; rasgaron el espacio tus centellas.

Tu estruendo retumbó en el torbellino y tus relámpagos iluminaron el mundo; la tierra se estremeció con temblores.

Te abriste camino en el mar; te hiciste paso entre las muchas aguas, y no se hallaron tus huellas.

Por medio de Moisés y de Aarón guiaste como un rebaño a tu pueblo.

Salmo 77

 

Salmo de Ayer

 

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados.

Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño.

Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día.

Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. Selah

Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor », y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Selah

Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán.

Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. Selah

El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.

No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti».

Muchas son las calamidades de los malvados, pero el gran amor del Señor envuelve a los que en él confían.

¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor ! ¡canten todos ustedes, los rectos de corazón!

Salmo 32

Salmo de Anteayer

 

Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo,

tanto débiles como poderosos, lo mismo los ricos que los pobres.

Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia.

Inclinaré mi oído a los proverbios; propondré mi enigma al son del arpa.

¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia, cuando me rodeen inicuos detractores?

¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones?

Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida.

Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente.

Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa.

Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros.

Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones.

A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.

Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. Selah

Como ovejas, están destinados al sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas. Por la mañana los justos prevalecerán sobre ellos.

Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará. Selah

No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa,

porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor.

Aunque en vida se considere dichoso, y la gente lo elogie por sus logros,

irá a reunirse con sus ancestros, sin que vuelva jamás a ver la luz.

A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.

Salmo 49